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... de la Red |
He cruzado con mi sangre
tu sangre inmaculada;
mi herida inmortal
con tus manos de ángel.
Y he visto
cómo allí donde planté
crecía una débil llama
dentro de tu rojo corazón.
Todo ha sucedido
como a través de un sueño.
Y aquí y ahora
florece en medio de los dos
un gran árbol en llamas:
tú y yo abrazados
ardemos para siempre
en las ascuas del amor.
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